entrevista Ahmed Zaki (may. 2024)

 


Habitualmente empezamos las entrevistas por el principio: la Escuela, pero en tu caso es obligado partir de unos antecedentes sui géneris. Eres trilingüe (inglés, árabe y castellano), y antes de vivir en España habías vivido en Egipto y en USA.

Hasta los 9 años viví en Egipto y luego en Los Ángeles, en Estados Unidos. Mi padre era agregado cultural del consulado egipcio allí y dos años después ocupó el mismo cargo en Madrid, así que yo llegué a España con 11 años. Unos años después mi hermano y yo empezamos a estudiar en la Universidad española y ya nos quedamos todos en Madrid.

Por venir a los idiomas, ¿en cuál te encuentras más cómodo? Por otra parte, tienes nivel C2 en portugués ―trabajaste en Brasil― y en francés ―ahora vives en París―: ¿es suficiente para manejarse como ingeniero?

Yo siempre estudié por el sistema inglés, tanto en Egipto como cuando llegué a España, pero la pronunciación americana del inglés en Los Ángeles me ha marcado. En cuanto a comodidad, a mi juicio el árabe, con 27 fonemas y el español, en donde se habla como se escribe, son lenguas más flexibles, incluso más regladas sintácticamente. En cuanto a manejarte como ingeniero con un nivel C2 de cualquier idioma, yo creo que sí es suficiente, además de que la lingua franca hoy es el inglés, y cuando hay varias nacionalidades en una reunión, por ejemplo, todo el mundo acaba entendiéndose en inglés.

Llama la atención que sabiendo árabe, algo del todo inhabitual en nuestra profesión, no hayas trabajado con una empresa española en Dubái, en Arabia Saudita… donde tienen contratada mucha obra. Tampoco en un país anglófono.

No ha sido intencionado por mi parte… Cuando terminé los estudios en 2011 había una crisis enorme en el sector e hice un curso de la Demarcación de Madrid que incluía becas internacionales. Coincidió que me ofrecieron irme a Brasil y allí me fui; si me hubieran ofrecido irme a Dubái también habría ido, claro. Yo estaba abierto a trabajar fuera de España, en cualquier parte.

Vengamos ya a la Escuela. ¿Había antecedentes en la familia, tenías “auténtica vocación”…?

En cuanto a la familia, lo que había era antecedentes culturales; como decía, mi padre, egiptólogo, estuvo como agregado cultural en distintos países iberoamericanos, en Estados Unidos, en España… Mi madre por su parte es filóloga de formación. Respecto de la vocación, a más de lo habitual, tener buenas notas en matemáticas, en física, etc., siempre he sido muy “materialista”, esto es, que una obra es algo tangible, a diferencia de lo que ocurre con la electricidad (ingenieros industriales) o las ondas (ingenieros de telecomunicaciones). Además me parecía, y lo creo ahora con mayor razón, que nuestra profesión permite cambiar las cosas “realmente” y hacer aportaciones a la sociedad para mejorarla.

Cómo fue tu paso por la Escuela.

Al principio, un “palo tremendo”. No solo porque vienes del instituto con buenas notas, sino que por primera vez te ocurre que aun estudiando… no apruebas. Otro cambio notable es que en el colegio y en el instituto tenías a los profesores encima de ti, te prestaban atención y en la Escuela te tienes que buscar la vida. Por lo demás, a mí me pareció una formación muy buena, tanto por la base teórica que adquieres en los primeros años como por el carácter generalista de los estudios. En esto nuestra carrera se quiere felizmente orteguiana, que en su Meditación de la técnica prevenía contra “la barbarie del especialismo”. (Doy fe de que en los países en que he trabajado el “especialismo” está a la orden del día…). También querría destacar que yo en la Escuela, frente a lo que parece a veces un lugar común, yo no noté ninguna competitividad insana, más bien al contrario, había mucho compañerismo.

¿Qué asignaturas o profesores te gustaron más? Por otra parte, eres de la especialidad de Cimientos y Estructuras pero el trabajo fin de carrera fue un Plan de Ordenación Urbana en Navalcarnero…

Ahora quiero acordarme de Muruzábal y la Estadística, que me interesó mucho. También recuerdo a Óscar Martínez en Transportes, a Alfredo Granados en Obras Hidráulicas, la asignatura de Métodos Matemáticos de las Técnicas… Pero sobre todo aprendí mucho con Paco Calderón, mi profesor de la academia CPI: física, mecánica, hormigón…

Lo del trabajo fin de carrera es verdad que puede causar extrañeza, pero en realidad el 90% de las asignaturas, o un porcentaje similar, es común a todas las especialidades. Además me parece muy formativo hacer un trabajo, por así decir, ajeno a la especialidad: “Quien más abarca, ve más”, que dice el proverbio. Pero siempre tuve claro que quería dedicarme a las estructuras y, afortunadamente, siempre he trabajado en este campo.

Empiezas a trabajar en Euroestudios, y desde un principio ya en Internacional. Por cierto que participas en algún estudio y oferta de proyectos constructivos en Argelia. Imagino que conocer el árabe te fue de mucha ayuda.

Se trataba de licitaciones de organismos multilaterales, no de la propia Administración argelina, por lo que las ofertas en estos casos (Banco Mundial, etc.) siempre se redactan en inglés o en francés, como era el caso. Sí que en algunas partes de los proyectos podía haber datos de entrada en árabe, etc., pero también he de decir que no tengo un conocimiento suficiente de muchos términos técnicos en árabe.

Dejas Euroestudios y te incorporas a Acciona, primero en la oficina de Madrid como gestor de proyectos (presentación de ofertas, principalmente). ¿Qué diferencias hay entre trabajar en una empresa de consultoría y hacerlo en la ingeniería de una gran constructora?

Quizá la diferencia principal sea que en el caso de la oficina técnica de una gran constructora el cliente principal casi siempre es la misma constructora, lo que te permite trabajar en obras enormes en el extranjero, obras a las que en muchas ocasiones una empresa consultora por sí misma no puede llegar. También, creo, tienes un mayor grado de autonomía.

Al poco dejas la oficina de Madrid y te vas a Brasil a pie de obra, trabajando en la rehabilitación y ampliación de estructuras en una carretera federal en Río de Janeiro, en la construcción de nuevas estructuras en la primera circunvalación de São Paulo y también en el refuerzo de veinte puentes ferroviarios. ¿Cómo fue tu experiencia allí?

Al principio nadie me entendía porque no conocía el portugués pero mi integración fue más rápida de lo habitual; hay países u obras en que trabajas codo con codo con la oficina de Madrid y empleas el idioma nativo lo justo, pero en nuestro caso Acciona Ingeniería Brasil era autónoma y trabajábamos directamente con las autoridades y empresas brasileñas, sin apenas contacto con España, de ahí que aprendiera el portugués con mayor rapidez; como quien dice, “a la fuerza ahorcan”.

¿Qué supone calcular y construir estructuras de acuerdo a unas normas técnicas, a unos procedimientos constructivos distintos a los que se usan en España?

Por mi experiencia en distintos países en que he trabajado, la diferencia principal entre unas normas y otras acaso sean los coeficientes reductores, pero casi todas las normas tienen un planteamiento parecido, sean los Eurocódigos, las normas ACI, etc. En el caso de Brasil, además, se da la circunstancia de que existen catálogos de puentes muy precisos y de larga data, así que se hace difícil proponer y que sean aceptadas soluciones novedosas. Entienden que a cambio de no optimizar todo lo que se pudiera, se acotan posibles sorpresas. Por otra parte, esta manera de concebir los puentes acaso también tenga que ver con que allí los ingenieros tienen una formación más práctica, menos científica, por decirlo así, de ahí que emplear catálogos tenga todo su sentido. Dicho esto, yo tuve la suerte, no solo de participar en la construcción ex novo de estructuras ―que por tanto han de cumplir con lo establecido en los catálogos existentes―, sino que colaboré en proyectos de rehabilitación y refuerzo en que no hay catálogos ad hoc porque cada caso es particular: los materiales son de distintas edades, cuando se proyectaron las normas técnicas o catálogos ya no están en vigor, etcétera.

Vuelves a la oficina de Madrid y trabajas como ingeniero de estructuras en proyectos por todo el mundo (depuradoras, puertos, edificación, puentes…), pero dos o tres años después dejas Acciona y te vas a otra empresa especializada en estructuras singulares, Lanik, en San Sebastián. ¿Por qué?

En 2016 aún se arrastraba una fuerte crisis en el sector de la obra pública en España y Acciona Ingeniería hace una serie de EREs: de 1.000 empleados a 175 aproximadamente y tenemos que buscarnos la vida. Lo cierto es que yo, como muchos compañeros, nunca había oído hablar de Lanik, una empresa que ofrece, inter alia, soluciones de cubiertas, fachadas o estructuras retráctiles llave en mano: diseño, fabricación y montaje. Tuve una suerte enorme por varias razones: primero, porque pude participar en algunas estructuras realmente singulares como el Parque de Exposiciones de Toulouse; segundo, porque Lanik era une empresa de escala más humana que Acciona Ingeniería y por ello tenía más margen de libertad; y tercero, me permitió trabajar con otros profesionales, arquitectos e ingenieros industriales principalmente.

En Lanik, además de calcular o diseñar estructuras, también te ocupabas de la gestión y planificación de la compra de materiales, de la fabricación de la estructura…

Para mí fue una experiencia nueva y del todo enriquecedora. Habitualmente Lanik compra las estructuras metálicas a fabricantes del País Vasco, pero en el caso de Toulouse excepcionalmente hubo que comprar materiales en Francia. Me permitió conocer también cómo se construye en el país vecino: se respetan los plazos, la exigencia es mucha y son muy organizados.

Dejas Lanik después de 2 años y te vas a París para trabajar como ingeniero de estructuras, y actualmente como BIM Project Manager, en un proyecto faraónico: la primera central nuclear en suelo británico, Hinkley Point C nuclear power station (HPC).

Sí, como bien dices, es una obra única, así que no pude dejar pasar la oportunidad y seguir creciendo profesionalmente. Yo trabajo para egis 2019, una empresa francesa de consultoría que factura más de 1.300 millones de euros al año, si bien yo estoy encuadrado en un equipo que pertenece a Empresarios Agrupados (anteriormente perteneciente a Técnicas Reunidas, Gas Natural, Ghesa. e Iberdrola). En cuanto a la obra en sí, es complejísima; por dar una cifra de EDF Energy, se emplearon 850.000 horas para la elaboración del proyecto, que duró cuatro años. A propósito, y ya en la fase de obra, no me cabe ninguna duda de que cuanta más ingeniería, mejor ejecución, pero también he de decir que acaso los procedimientos, muy reglados y rígidos, acaso sean excesivos y en alguna ocasión me hacen dudar de si trae cuenta emplear tantas horas de ingeniero para procesos que a veces tienen más de gestión administrativa que de aporte técnico. Por otra parte, a mi juicio en Francia se gestionan mejor los equipos de trabajo que en España: se dedican más horas y esfuerzos a la gestión y hay un gestor por cada 5 trabajadores en vez de por cada 100, exagerando un poco, y al cabo se optimizan mejor los medios con que se cuenta.